«Nunca renuncies a un
sueño sólo por el tiempo que te llevará lograrlo. El tiempo pasará de todos
modos.»
Earl Nightingale
Cualquier buen sueño empieza con un gran
soñador.
Confucio
“Una ciudad se quemó anoche”, Detrás
de un montón páginas de noticias sobre
el coronavirus, sus estadísticas de muertes, las opiniones de políticos,
ciudadanos, comerciantes, estos últimos en paro forzoso, otras pocas de
deportes, ahora olvidados por la pandemia y muchas de necrológicas en las que
se pondera la bondad de quienes nos han dejado, leo: “Una ciudad se quemó
anoche”.
Soy un
curioso de las curiosidades, un coleccionista de las excentricidades que hace
la gente, como aquella de “Murió devorado por un león haciéndose un selfie” y
que la prensa, como relleno, incluye en sus páginas finales. Por ello mi
sección preferida es aquella, cuyo redactor titula. “Borrones en el periódico”,
en memoria, sin duda, a otro gran periodista ovetense, León Manso, que
escribía, bajo eso título, una columna en la Nueva España.
La leí
despacio y me sorprendió.
“En Java,
Indonesia, “Semeru, o Monte Semeru, ciudad que toma su nombre del volcán
conocido como Mahameru, que significa la gran montaña o monte mítico hindú-budista:
Meru o Sumeru, la morada de los dioses, ha aparecido, esta mañana completamente
quemada.
Las
autoridades de la isla desconocen los motivos de tal desastre, en el que han
perecido todos los habitantes de la pequeña aldea. Descartan cualquier
actividad de tipo sísmico, ya que la red de sismógrafos de la zona no ha
detectado ninguna anomalía.”
Monte
Sumeru
Roma tuvo
un Nerón, Pompeya un Vesubio las pirotecnias gallegas alguna rencilla y la
quema de basureros o montes, un trasfondo económico, pero en Java, como pudo
calcinarse un área poblada, tal vez un ajuste de cuentas de clanes de la droga,
el sobrecalentamiento del suelo y subsuelo por el magma, o un misterio parecido al del coronavirus: Una prueba de
laboratorio.
Como
escribía Casona en “La barca sin pescador”: la muerte de un pescador en el
Índico, no interesa a nadie. Porque nadie lo conoce. Si fuese tu amigo, tu
padre o tu hijo seguro que se le dedicarían algo más que gotas de tinta en “Borrones en el periódico”