Solo el rencor y el
desconocimiento profundo de un periodo de la Historia de España, que
no vivieron les hace, en estos momentos, juzgarla como si en ello fuese la
posible la desaparición de la misma. Para bien o para mal existió y si no lo
admiten y la desconocen caerán en un tremendo error histórico que solo su
ignorancia puede perpetuar: “Quienes no
conocen su propia historia terminaran cometiendo sus mismos errores”.
Mi padre, nunca pidió el
honor de que se le adjudicase una calle, murió en 1964, y si hoy, otros se la
quitan, benditos sean, es algo fatuo que solo sirve, como dijo un compañero mió
de esa época, “para emborronar papeles de
periódicos”. Para mi su adjudicación tuvo de poca a nada trascendencia pero
su eliminación, por esos avatares de lo vida, me ha hecho recordar una época
muy feliz de mi vida en Oviedo.
El, como aragonés de vieja
estirpe, pensaría aquello de: “Si un día
me la pusieron. Otro me la quitaron.
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Nota: Agradezco a La Nueva España y a la periodista
Elena Fernández. Pello, hija, sin duda de Darío, la pagina 10 del diario del 15
de Enero del 2017.
Como primicias informativas debo indicarle que D.
Marcos Peña era Abogado del Estado y que nombro personalmente a Valentín Masía
Alcalde de Oviedo y a D. José López Muñiz Presidente de la Diputación.
La represión de las huelgas mineras del 62 las llevo directamente el entonces Ministro del Interior D. Camilo Alonso Vega y, en
determinados momentos el propio General Franco fondeado en el Azor frente a Gijón
Por último, mí padre se llamaba: Marcos Peña Royo. El nombre que aparece en el callejero Marcos Peñarroyo es un error
tipográfico perpetuado con los años que el bueno del Tripartito no ha sabido ni
solucionar.
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