No es que los incultos o los
obesos me caigan mal, yo, sin ir más lejos, soy algo corto de ideas y bastante
metidito en carnes, lo pienso cara a las próximas generaciones.
En su afán destructivo los
gesteros municipales están intentando, a lo mejor con éxito, que la música, la
cultura, el deporte y cualquier otra noble actividad, como la hípica, busquen
mejor acogida en algunas localidades que
bordean la capital, ellas saldrán ganando.
Últimamente empiezo a
preocuparme por el único deporte que hago: Caminar
por la pista finlandesa del Naranco. El día menos pensado, ya que lo ideo y
ejecuto un maligno gobierno anterior, no de su cuerda, la eliminen y, a partir
de entonces, a pasear por el pasillo de casa, feo y poco ventilado.
Foto Internet
Mi santa esposa, en el paro,
confía en que algún año, antes de las próximas elecciones, empiecen a generar
empleo y, que por no despilfarrar o malemplear fondos orientados a ello,
devolviéndolos, eso si, a quienes se lo enviaban,
los utilicen en adelgazar o eliminar las
viejas filas del INEM, una de sus grandes promesas electorales, y son gente de
palabra.
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