Este chico, de bastas ideas comunistas, donde su opinión es “la opinión”, sus hechos los perfectos y quienes se le opongan deben ser sacrificados, acaba de darse cuenta, tarde, por cierto, que vive en un país democrático en donde, pese a sus creencias
existe la libertad de expresión.
Este muchacho, de mirada huraña, no admite, o mejor, no desea permitir, que se juzguen —los jueces deben ser eliminados—, se comenten —la prensa debe ser quemada en la hoguera pública— o se critiquen —los políticos de la oposición deben encerrarse en la cárcel, como se hace en sus queridos paraísos comunistas Rusia, Venezuela o Cuba— cualquiera de las ocurrencias que máquina para desestabilizar el estado de derecho en el que
Primero fue la justicia y Europa ya le tiro de las orejas. Ahora la prensa.
Para el joven millonario, vecino de Galapagar, donde, no mora o habita, sino que vive en un casoplón de más de 600.000 €, la prensa tiene culpa del ascenso de Vox, por lo cual es imprescindible ejercer un control severo y riguroso de los medios de comunicación —a esto antes se llamaba censura y su partido lo criticaba—.
El control sobre los medios, no corresponde al gobierno ejercerlo, lo hace la ciudadanía escuchando, leyendo o comprando medios. Hay medios que se han hundido porque no eran escuchados, ni leídos ni comprados. Hay medios que subsisten y tienen mucho éxito y que, por ejemplo, no publican la palabra Neurona
Este infante, ricachón y prepotente, se queja hoy de lo mismo que antes elogiaba. Lo que ha ocurrido es que su partido está siendo investigado por financiación ilegal, que pierde votos a chorros, que su capacidad gestora en el Gobierno es nula, que cuestiona la plenitud de la democracia, que ataca a la Monarquía parlamentaria, que es casta pura y dura, y en definitiva, que no soporta que denunciemos que está en el poder para prostituir el mismo concepto de la democracia. ¿De qué se queja, el muchacho, si él nació a la política con la simpatía de muchos medios de comunicación hacia su mensaje de destrucción del sistema? ¿Entonces esos medios eran libres y ahora no? ¿De qué se queja si esta democracia le permite fomentar un periódico digital dirigido por su colaboradora Dina Bousselham, destinado exclusivamente a señalar y criminalizar a periodistas? ¿De qué se queja si basta una orden de sus terminales para que muchos medios silencien sin pudor los escándalos de Neurona y los delitos de Juan Carlos Monedero?
El nuevo y flamante defensor a ultranza de la censura, lo tiene muy claro, sus líderes comunistas se lo ha enseñado: Hay que matar al mensajero, envenenar al opositor o torturar y encerar a quienes no están de acuerdo con ellos.
Seguro que eso es lo que desea hacer, Sr. Iglesias.
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