viernes, 19 de febrero de 2021

Hay que matar al mensajero

Este chico, de bastas ideas comunistas, donde su opinión es “la opinión”, sus hechos los perfectos y quienes se le opongan deben ser sacrificados, acaba de darse cuenta, tarde, por cierto, que vive en un país democrático en donde, pese a sus creencias
existe la libertad de expresión.
Este muchacho, de mirada huraña, no admite, o mejor, no desea permitir, que se juzguen —los jueces deben ser eliminados—, se comenten —la prensa debe ser quemada en la hoguera pública— o se critiquen —los políticos de la oposición deben encerrarse en la cárcel, como se hace en sus queridos paraísos comunistas Rusia, Venezuela o Cuba— cualquiera de las ocurrencias que máquina para desestabilizar el estado de derecho en el que 

Pablo Iglesias
Como su valedor, el Presidente Sánchez, vive en la nube del poder, el aspira a controlar todos los instrumentos que, de una forma u otra, puedan maniatar a la sociedad en que vive.
Primero fue la justicia y Europa ya le tiro de las orejas. Ahora la prensa.
Para el joven millonario, vecino de Galapagar, donde, no mora o habita, sino que vive en un casoplón de más de 600.000 €, la prensa tiene culpa del ascenso de Vox, por lo cual es imprescindible ejercer un control severo y riguroso de los medios de comunicación —a esto antes se llamaba censura y su partido lo criticaba—.
El control sobre los medios, no corresponde al gobierno ejercerlo, lo hace la ciudadanía escuchando, leyendo o comprando medios. Hay medios que se han hundido porque no eran escuchados, ni leídos ni comprados. Hay medios que subsisten y tienen mucho éxito y que, por ejemplo, no publican la palabra Neurona
Este infante, ricachón y prepotente, se queja hoy de lo mismo que antes elogiaba. Lo que ha ocurrido es que su partido está siendo investigado por financiación ilegal, que pierde votos a chorros, que su capacidad gestora en el Gobierno es nula, que cuestiona la plenitud de la democracia, que ataca a la Monarquía parlamentaria, que es casta pura y dura, y en definitiva, que no soporta que denunciemos que está en el poder para prostituir el mismo concepto de la democracia. ¿De qué se queja, el muchacho, si él nació a la política con la simpatía de muchos medios de comunicación hacia su mensaje de destrucción del sistema? ¿Entonces esos medios eran libres y ahora no? ¿De qué se queja si esta democracia le permite fomentar un periódico digital dirigido por su colaboradora Dina Bousselham, destinado exclusivamente a señalar y criminalizar a periodistas? ¿De qué se queja si basta una orden de sus terminales para que muchos medios silencien sin pudor los escándalos de Neurona y los delitos de Juan Carlos Monedero?
El nuevo y flamante defensor a ultranza de la censura, lo tiene muy claro, sus líderes comunistas se lo ha enseñado: Hay que matar al mensajero, envenenar al opositor o torturar y encerar a quienes no están de acuerdo con ellos.
Seguro que eso es lo que desea hacer, Sr. Iglesias.

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