Para crear hay que aburrirse.
Pete Weir
Según cuentan mis padres mi infancia la pase tomando mandarinas, sopa de ajo y tortilla, eso, por alguna razón me dejo marcado.
La recuerdo siempre. En la Escuela de Minas el pincho de la mañana era un enorme pincho. Ya trabajando, mi desayuno era café con leche y trozo de tortilla. Aperitivos, cocteles, tentempiés, siempre la reina era la tortilla.
No recuerdo cuando cuaje la primera. Si, la que me salió fatal. Mi hermana inauguraba su casa, recién casada y fui ayudar. Era cocinero, pinche, camarero, de todo. Frei la patata, batí el huevo, cuaje la tortilla y, al darle la vuelta, cayó al fregadero. Nadie se dio cuenta. La recogí y, como pude maquille el desaguisado.
En el 2002, en Costa Rica durante las elecciones municipales, apoyaba a la candidata del PAC (Partido de Acción Ciudadana). Durante el recuento y cuando casi se sabía que sería elegida, alguien dijo que hiciera “Torta de papas “para celebrarlo. Hice muchas. El entonces presidente y fundador en el 2002, Otón Solís me recrimino que al pelar la patata, desperdiciaba con la piel, mucha papa. Tenía razón eran las muchas ginebras que llevaba y su enfado por haber salido una mujer como alcaldesa, encima de su facción critica el, que era un machista de pro (su partido ahora en el poder lo ha sido sin el en la presidencia).
A mí, la tortilla me gusta jugosa y no muy gruesa, del tipo gallego, que dicen.
Últimamente he dejado de hacerla. Bueno, hago muchas menos. Las últimas, cuando fueron. Pues si ávido lector, me acuerdo.
En 2010 se jugó en Sud África el Mundial de futbol. La final la vimos en casa, prepare aperitivos y, como no tortilla de patatas. Gano España con gol de Iniesta, casi al final, y lo celebramos con una nueva tortilla. Esperando la siguiente, y que la veamos.