miércoles, 4 de noviembre de 2020

Le llaman el profeta

Lo decía mi abuelo el de Sarria (Lugo): “El que no sabe es como un tonto”. Lástima que no conociese a nuestro Ministro Illa nacido en La Roca del Valles (Barcelona) y licenciado en Filosofía, entonces se habría dado cuenta que su dicho se ajustaba 100% a la realidad: Nuestro ministro no sabe nada de medicina.
Esto no es lo peor, al menos podía haberse rodeado de unos equipos médicos competentes, pero no, se le hincho la boca hablando de expertos asesores y hasta hoy nadie los conoce. Así no se gestiona la sanidad ni la salud de los españoles.

Ministro de Sanidad Illa   Presidente Autonómico Barbón
En política, actividad a la que ha dedicado toda su vida, tampoco parece ser que sea un genio, más bien sigue pareciendo un “tonto”.
Como ministro publica una legislación nacional para el control de la pandemia y con lo primero que se encuentra es que ya, dos Comunidades autonómicas le piden permiso para saltarse lo por dicho. Tras ellas otras siete siguen los mismos caminos que la asturiana. En ella se pide un confinamiento total y el bueno del ministro lo descarta y comenta que ni lo prevén ni están trabajando en ello.
Estando desbocados los contagios, a punto de saturarse los servicios y con una realidad que supera cualquier previsión, el ministro sigue confiando en las medidas actuales, dadas por él, hagan descender las curvas de contagios
Pero su soberbia le hace ignorar la realidad En Melilla, ciudad cuya sanidad está gestionada por el Gobierno y el departamento que dirige Salvador Illa, los casos diagnosticados por 100.000 habitantes se han disparado hasta los 1.356. En Navarra, gobernada por el PSOE, suben hasta los 1.193, mientras que en Aragón, también del PSOE, han saltado todas las alarmas hasta alcanzar los 1.127 casos. Muy peligrosa es también la situación en Castilla y León, Ceuta y Cataluña. En este feudo la incidencia llega ya a 726.
Como remate desacredita a los asturianos, también del PSOE, acrecentando la problemática sanitaria con la política.
Así se actúa ministro, rompiendo la baraja y esperando, plácidamente, que salga el sol por Antequera.

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