sábado, 30 de enero de 2021

El cristal con que se mira

Uno, que es un inocente crédulo, pensó que los periodistas, aunque se definan de izquierdas, solían decir la verdad. Con el programa “Al rojo vivo” me equivoque al 100%. Cada día que pasa, tanto su director Sr. Ferreras, como su equipo de colaboradores, hablan con medias verdades, sobre temas irrelevantes o cuentan mentiras.
Ya hace años, cuando salió a la luz el caso del Presidente de la Generalitat Catalana, Sr. Pujol, fue casi ignorado por el presentador y a pesar de seguir vivo, ni ahora, con elecciones ni nunca, es tema de dialogo o comentario.
Algo parecido ocurrió con las elecciones andaluzas donde su mesa de comentaristas paso las horas dando la razón a una encuesta oficial y, aparentemente retocada, dando por vencedores a quienes, al final, terminando perdiendo.
En Galicia, durante el recuento de las últimas autonomías, sus invitados razonaron y razonaron el fracaso de Feijoo. Termino ganando y ninguno dijo nada, él incluido

Ferreras y Ana Pastor
Este sufrido periodista del que las redes sociales comentan que gana más de 30.000 € al mes se ha pasado la última semana hablando de la irresponsabilidad de algún alcalde de la oposición, algún jefe sanitario de comunidades opuestas al gobierno o de las fuerzas armadas por haberse saltado el protocolo, de lo más inconsecuente, para el orden de vacunación. Según cuenta la otra prensa, estos, si han dimitido, pero los más de quince alcaldes del partido del gobierno, que han hecho lo mismo, aunque el Sr. Ferreras no lo analice en su programa televisivo, no.
Como el tema de la pandemia se le escapa de las manos, tiene tres comentaristas de divulgación científica que también andan a lo que les conviene. De los retrasos en la vacunación, no dicen ni pio. De la problemática en el desfase entre la primera toma y la segunda, tampoco, de las muertes en los centros geriátricos, ni te cuento. Eso si, el ocio nocturno, los restaurantes, los deportes al aire libre y en solitario, de todo eso, hablan y hablan, siempre desde su muy particular cristal político de sus gafas de no ver.

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