viernes, 1 de enero de 2021

Una plaza vacía

Ayer, como muy pocos 31 de diciembre, tome las uvas, no me atragante, acabe mi botella de cava, no vi la televisión y muy triste, me fui a la cama.
Era el último día el 2020, un año horrible, nada que celebrar, salvo que acabase.
El reloj de la Puerta del Sol, dio las campanadas ante un público inexistente y un indeterminado número de cámaras de televisión que intentaban, sin éxito, celebrar la llegada del Nuevo Año.

El frio helado de la borrasca “Bella” aumentaba el ambiente de soledad, de desencanto, de tristeza.
La palabras, o mejor las mentiras, de nuestro muy querido Presidente Sánchez, eran una retahíla de falsedades que ya nadie se creía, un “Mantra” malsonante que más y más se perdía en la fría noche de diciembre.
El año, sin paliativos había sido, no malo, horrible. El próximo, salvo la vacuna, que el Gobierno vendía como si hubiese sido él su descubridor, productor y distribuidor de la misma, no se preveía mejor. Pero nadie lo decía.
Tome las uvas, agradecí al “Dios Eterno” el poderlo contar y contemple el Madrid vacío preguntándome si el confinamiento masivo, las leyes de urbanismo, higiene y protección, serían suficientes o una mentira piadosa con las que los gobernantes se protegían sus espaldas culposas.
Pasaron por mi mente la Puerta de Alcalá, el Retiro, Puerta del Sol. Castellana, Gran Vía, Callao, arterias vivas de una ciudad muerta, de una ciudad dolida con su Gobierno Frankenstein, que se preocupaba más en enriquecerse, destruir el País y volver a crear el odio entre los españoles que en gobernar y resolver los problemas.

Puerta de Alcalá

Retiro

Puerta del Sol

Castellana

Gran Vía

Callao
Ni la noche ni el frio me confortan, prefiero el sol, el calor, el cielo azul y el sudor empapándome el cuerpo. Brindo por el 2021, que sea mejor para todos, incluido al Gobierno.

Que el año próximo la Plaza del Sol este rebosante de gente y las calles sean las arterias vivas de todas las ciudades.

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