lunes, 15 de marzo de 2021

Parecia tonta, pero no.

Ella parecía tonta, niña bien del barrio de Salamanca. Él quería ser Presidente de la Comunidad de Madrid. Ella que Madrid ascendiese, que los madrileños vivieran mejor, que la capital del Comunidad fuese el motor económico, no de la misma, sino de España. El no dormía pensando como eliminar aquella niñata que ocupaba el sillón con el que soñó toda la vida.
Como hacia Don Mendo en la obra de Zorrilla, “Aprovecho la ocasión que el creyó propicia y obvia” para desbancar a su oponente. En plena pandemia, con los hospitales rebosando muerte y tristeza, con la economía estancada por la serie de cierres y prohibiciones, cuando la tristeza y el desencanto empezaban hacer mella en los más optimistas, en eso momento se alió con el diablo para acabar con la doncella.
Desconozco las interioridades de la lucha, pero cuando daba la impresión que la doncella iba, por fin, a morder el polvo de la derrota, desenfunda una convocatoria de elecciones y no solo desmonta la moción de censura que se le venía encima, sino que destroza a los partidos firmantes de la misma, hasta dejar, a dos de ellos, al borde del abismo y su desaparición.

La Princesa: Isabel Díaz Ayuso
Al día de hoy parece que la princesa ya no está triste .No obstante, el rufián caballero que la odiaba de siempre se ve hundido en el descredito. Intuye que su futuro y el de su partido, en la Comunidad, pende de un hilo, muy fino, por cierto.
Ahora, quienes le apoyaron, aquellos cuyos cantos de sirena, le hicieron capitanear una revolución, ya casi perdida, intentan tapar con palabras, lo que la realidad les ha echado a la cara.
Que si corrupción, malversación, incumplimiento de norma, aquellas que ellos pensaban saltarse. Que si dinero, sobornos, sillones. Los que ellos pensaban ocupar. Todo para evitar, como siempre decir la verdad, reconocer la infamia de su acción inicial y pedir perdón a la ciudadanía por haber antepuesto sus intereses particulares al bienestar del pueblo.

El malvado: Ignacio Aguado
La señorita madrileña, aquella que parecía tonta, resulta que no lo era tanto o tenía asesores competentes que si se ganaban el sueldo.
Como dice la prensa canallesca, ha desencadenado un terremoto político, que si no se remedia terminara fagocitándose a personas y partidos, aquellos que antepusieron sus propios intereses a los intereses del pueblo que los eligió y para el que juraron trabajar.

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