Que se mueran los tontos

Y yo a lo mío. Menos a trabajar por el país, a cualquier cosa. Por encima de todo, a chinchar al Presidente. Ahora lo cogí en Francia. En fuera de juego. Le impuse a mi sustituto, mejor, sustituta, le obligue a remodelar el Consejo de Ministros, le impedí que ponga, para la Comunidad de Madrid, un candidato de peso, no al blando de Gabilondo y que, si suena la flauta y con sus votos tenga mayoría, deba dármelos y nombrarme con ellos Presidente de la Comunidad. El bueno de Sánchez siempre mal colocado, chupando mi rueda de mejor corredor, de quien está hecho para ganar, aunque sea con trampas.
Si obtengo unos pocos escaños, deberá darme los de su partido para yo poder gobernar. Si pierdo y no tengo posibilidades, le obligo, de nuevo, con mis votos, a reincorporarme al puesto de Vicepresidente y aquí no ha pasado nada. Es que soy listísimo.

Pablo Iglesias

De Inesita, ni hablemos. Intento desmontar Ayuso y al final los escasos votos de su partido, para mí, cosa que dudo. Para la actual, menudo papelón o para nadie. Un fracaso. Barco hundido para el futuro.
Ni cuarta ola, ni repuntes, ni rebrotes, ni par, ni caída económica ni nada, yo haciendo campaña por una comunidad madrileña a la que odio y de la que espero se hunda en la mayor de las crisis inimaginable. De otros será la culpa.
Sin duda la política está hecha para los listos, como yo. Hablar muy bien, gritar, insultar, desacreditar al contrario, no aportar nada que pueda servir para mejorar al pueblo, pero vivir como Dios, como Dios manda.
Para colmo el torpe de Errejón, o su candidata, siempre tendrán que andar por ahí mendigando mis votos, o sea, estando a mis expensas. Debiéndose tragar todo lo que anteriormente dijo de mí.
Que listo soy. Todo sin haberlo planeado desde su inicio, pero ahora atado y bien atado, con ese puñado de votos de los más incompetentes votantes madrileños con los cuales, la izquierda inoperante y mi maldad, terminare destruyendo la Comunidad de Madrid.