jueves, 24 de septiembre de 2020

Con Bruselas hemos topado

El Presidente Sánchez no asistirá a la Sesión de Control del Congreso, el Presidente viajara a Bruselas, no a una reunión, pues Charles Michel, Presidente del Consejo de Europa, ha caído enfermo de coronavirus, sino a echar unas lagrimillas a sus homólogos nórdicos que son quienes le controlaran las ayudas europeas.
Así, de repente, y eso que si sabe idiomas, acaba de enterarse que Bruselas endurecerá las condiciones para liberar las ayudas y esto le ha hecho levantarse de su poltrona.

Algunos Presidentes Europeos
A España se le incita a aprobar las reformas ya prometidas y aún pendientes, como la de las pensiones.
El Gobierno no tendrá un cheque en blanco para gastar los 60.000 millones de euros en ayudas no rembolsables, para obtener estos fondos se le exigirá las promesas anteriores de reformas que no se han cumplido. No se reclamarán ajustes fiscales, que podrían empeorar la recuperación y se posponen hasta que la economía se haya recuperado, pero sí reformas. Esto supone que España tendrá que presentar un cambio de calado en las pensiones y potenciar la contratación indefinida.
Hasta ahora, el Gobierno pensaba que la unica condición a la que estaban sometidos los fondos era gastarlos bien. Los recursos se iban a entregar en función de que se cumplieran unos hitos que demuestren que se está trabajando en las inversiones.
“Los Estados miembros deberían examinar el paquete completo de recomendaciones específicas dirigidas a ellos por el Consejo, en particular bajo los ciclos de 2019 y 2020. A menos que la Comisión haya identificado en estas recomendaciones un ‘progreso sustancial’ o una ‘implementación completa’, todas deben ser consideradas relevantes. Los Estados deberían proporcionar una explicación detallada de cómo se va a responder a las recomendaciones con las medidas propuestas”, reza la guía del Ejecutivo comunitario.
Entre las reformas que España ofreció y están por hacer, se destacan: “preservar la sostenibilidad del sistema de las pensiones” y “fortalecer el marco presupuestario”. En esos capítulos, según el último examen de la Comisión, no se ha realizado “ningún avance”. También hay “avances limitados” en el impulso de la contratación indefinida, la fragmentación de las ayudas al desempleo, la lucha contra el abandono escolar, la corrección de las disparidades educativas por autonomías, la inversión y evaluación de la investigación e innovación, la eficiencia del gasto y la Ley de Garantía de Unidad de Mercado, así como las prioridades en energías verdes la agenda digital.

Charles Michel. Presidente del Consejo de Europa
Bruselas ha establecido, además, un sistema de rating o semáforos para conceder los fondos. Según este esquema, se examinarán hasta ocho puntos de los planes de inversiones y reformas: los cambios exigidos por las recomendaciones; la transición verde; la digitalización; si el impacto del plan es duradero; la mejora del potencial de crecimiento, la creación de empleo y la resiliencia social; los costes de las inversiones; si hay coherencia entre las inversiones y las reformas; y el plan de implementación, incluido el calendario de inversiones, con sus hitos y objetivos. Cada uno de esos epígrafes obtendrá una calificación. La A determinará que se cumple en gran medida. La B, parcialmente. Y la C, de manera escasa o nula. Si se obtiene una C en cualquiera de los puntos, la Comisión no concederá los fondos. Si se califica con más grados B que A, tampoco se entregarán los recursos. Y si no se logra una A en las reformas, la transición verde y el impacto duradero, tampoco se liberará el dinero.
Con estas perspectivas por delante no es raro que el Sr. Sánchez viaje a Bruselas, se olvide del Congreso, el coronavirus y su nueva amiga Ayuso. Piensa que la pasta gansa que tan alegremente prometió a todos los españoles y que ya los catalanes la pidieron por anticipado, puede irse al garete al ir la normativa comunitaria contra la ideas de Podemos, su socio amigo en el Gobierno

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