sábado, 19 de septiembre de 2020

Unas huellas (Mr.16 )

Saber es relativamente fácil. Querer y obrar de acuerdo a lo que uno quisiera, es siempre más duro.
Aldous Huxley
Una ficción que no hable, en último término, de la
realidad, es una ficción inútil.
Alexis Ravelo

El frio no me gusta. Prefiero el calor, el buen tiempo. Poder salir por la calle Larios y, antes de llegar al mar, detenerme a tomar un fino y unos pescaditos.
Me llamo Roberto y soy noruego. Roberto Solberg López, de padre nórdico y madre andaluza.
Mi progenitor nació en Reine un precioso pueblo noruego que, en su día, fue elegido como el lugar preferido por los habitantes del país. Entre las razones para ello, estuvo su insularidad (eso de estar tan lejos, en las islas perdidas de Lofoten siempre suma exotismo) , las cumbres que emergen del mar a su antojo y los encantadores y coloridos rorbuer, antiguas cabañas de color rojo que hoy sirven como alojamiento para los visitantes. Ah, y por mucho que los noruegos no pequen de gula, el ser un destino en la ruta del bacalao (del pescado, se entiende), siempre fue un plus en cualquier elección.


Reine
Estudio en la Norwgian University of Life Sciences NMBU. Centro que tiene como principal objetivo el de aportar lo suficiente para generar nuevas ideas en los estudiantes, todo relacionado con la protección ambiental, los alimentos, la salud humana y animal, las fuentes de energía renovables, el uso sostenible de los recursos naturales y el clima.. Cuenta con algunas facultades especializadas como lo son: Facultad de química, biotecnología y ciencias de los alimentos, biociencias, paisaje y sociedad, facultad de ciencias económicas y empresariales, ciencias ambientales y gestión de recursos naturales, ciencia y tecnología, y medicina veterinaria.
Se especializo en comercialización de productos alimenticios marinos. Entro en una gran empresa de distribución de salmón y bacalao y en la década de los setenta fue nombrado coordinador con los países del mediterráneo. Marcho a vivir a Málaga, conoció a Rosa López, mi madre. En 1975 nací yo.
Tengo dos nacionalidades, dos idiomas nativos otros tres estudiados Soy ingeniero en biotecnología y economista, técnico de la administración, en excedencia y director comercial de una empresa multinacional con cabeceras en Málaga y Oslo.
He vivido entre Reine, con mis abuelos paternos y la calle Larios con los maternos. El recorrido España, Noruega lo habré hecho cientos de veces. Esta vez es diferente.
Viajo al pueblo natal de mi padre a finalizar los trámites testamentarios de abuelo, muerto hace un año escaso, ya que mi padre también esta delicado de salud.
En este pintoresco pueblo la familia posee un edificio de tres plantas en el centro. Yo una cabaña en una zona boscosa próxima. En ella me alojo cuando viajo. Un servicio de mantenimiento me la tiene impoluta todo el año y solo debo avisar de conectar la calefacción.
Llegue a mediados de Noviembre. Se avecinaba una bajada de temperaturas y abundante nieve. Así fue.

Al levantarme una capa de nieve, de más de treinta centímetros, cubría los bosques, la cabaña y todo el entorno visible. Salí a respirar el aire gélido. “Qué curioso”, me dije. Una serie de huellas se hundían en la nieve, pasaban por delante de la cabaña y se perdían en la loma contigua. De por si el hecho me extraño. Era muy temprano, por allí no se iba a ninguna parte, tampoco era temporada de caza, la noche, infernal, no invitaba al paseo. ¿Quién sería?, ¿A dónde iría?
Desayune pensando en aquellas solitarias huellas. Al terminar me enfunde en un chaquetón polar y las seguí.
Cruzaban mis terrenos, el bosque, ascendían una elevación rocosa. Empezaba a cansarme, por allí no se iba a ninguna parte.
Al llegar a la cima lo entendí. No una ni dos ni tres, casi una veintena de personas, convenientemente abrigadas, casi todas con cámaras fotográficas, miraban al cielo. Contemplaban la magnífica aurora boreal que se extendía sobre sus cabezas. Las llamaradas azules, verdes y amarillas dibujadas en el cielo
Las auroras boreales se forman al chocar partículas solares con la atmósfera terrestre. Gracias al bajo magnetismo de los polos estas partículas son atraídas hacia los extremos del globo terráqueo.
La intensidad de las partículas solares se mide por el índice KP que va en una escala de 0 a 9. Cuanto más alto sea este valor, las auroras se podrán ver desde lugares más alejados de los polos. O, dicho de otra manera, cuanto más al norte de Noruega, más posibilidades tendremos de ver auroras, aunque el KP no sea demasiado alto.
En cuanto a la mejor época para ver auroras boreales en Noruega, durante casi todo el verano es prácticamente imposible, ya que tendremos más horas de luz y la oscuridad es un requisito indispensable para ver la aurora.
Esto influye directamente en la temporada de auroras boreales en Noruega. En invierno, los mejores meses para ver Auroras Boreales en Noruega son aquellos entre octubre y marzo, ya que tendremos más horas de oscuridad.
Los acompañe un rato. Descendí con el propietario de las huellas, viejo conocido de mi padre, recordando la cantidad de veces que mis abuelos me hablaron de las mismas, lo impresionantes que son y el poco interés que los locales mostramos por las mismas.
Ya siempre me acordaría de ellas, de las huellas en la nieve y sobre todo, de lo poco, poquísimo, que me gustaba el frio, la nieve. Nada mejor que Málaga.

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