lunes, 5 de octubre de 2020

Un virus poco respetuoso

Es que no tiene ninguna consideración. Este virus que nos atormenta desde febrero, que lleva más de dos millones de contagios y, ni se sabe cuántas muertes, tiene ahora la desfachatez de ir contra la clase pudiente, no, la dirigente. Ahora, insensato, se ceba contra aquellos que en un principio la difamaron. Los que dijeron que era una gripe con peor aspecto, un catarro mal curado. Los que se mofaron de su peligrosidad, quienes incitaron a eliminarlo con un buen vaso de legía.
Fueron cayendo como fichas de dominó. Sin elaborar minuciosamente las estadísticas de bajas, si podemos apuntar los más influyentes incrédulos. De entrada el Premier Británico, paso una temporada en la UVI, de la que casi no sale, luego el Presidente brasileño, más tarde el ex mandatario italiano y ahora el jefe de los estadounidenses máximo detractor del virus y uno de los que más muertos atesora en su país.


Este último, con una edad por encima de los setenta (en mi opinión ya debería estar cuidando a sus nietos y dejar la política para los más jóvenes, aunque, según él, sean unos incompetentes), una campaña electoral en su apogeo, una elecciones presidenciales en noviembre (él es el candidato de su partido) y un número de contagios exorbitante cae enfermo y por lógica política las informaciones sobre su salud empiezan a ser de lo más contradictorias: para unos está bien y para otros en estado grave. La constitución estadounidense tiene prevista los cambios presidenciales caso que la enfermedad empeore, pero, en el tema electoral, ¿También existen mecanismos para elegir al sustituto?, y a los futuros votantes les dará lo mismo uno u otro. Donde quedara las idea del enfermo, sus ataques a los contrarios por su mala salud, sus mofas a la prensa, a las organizaciones sanitarias mundiales en las que no cree. Trump en un centro sanitario militar y el Covid-19 (ese que no existe) campando por el país.
Sus castillos de naipes, sus promesas y sus bravuconadas televisivas descansan, en estos momentos, en una cama de hospital.
A un mes de las elecciones presidenciales, ni mítines, ni campaña, ni promesas. ¿A quién votaran los gringos para dirigir su gran país durante los próximos cuatro años?.
Horrible dilema que al mundo afectara. Todo por no creer en un virus, una pandemia que ha ocasionado treinta y cinco millones de contagios y más de un millón de muertos.

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