No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho.
Sénaca
Cuando te levantas tienes dos opciones...
regresar a dormir y soñar tus sueños o levantarte y alcanzarlos.
Antoine de Saint-Exupéry
Como pedía
Violante, hacer un soneto, me piden escribir sobre tres palabras. A mí, a bote
pronto, si las junto y añado lluvia, sudor y agua es como si se me pidiese
escribir sobre el bosque tropical húmedo.
Para
quienes no lo conozcan es impresionante. En cierta ocasión lleve a una prima
mía, muy melindres por cierto, y se pasó todo el recorrido llorando, por la
emoción me dijo. Sin duda tenía razón.
Monteverde
es una pequeña población, cabecera del distrito del mismo nombre, el número 9
del cantón de Puntarenas, al noroeste de Costa
Rica.
Se le
conoce como el sitio con el mayor número de orquídeas en el mundo, con 34 de
sus 500 especies recién descubiertas. Más de 60 especies de anfibios, entre
ellos el endémico sapo dorado. El área es también es parada de 91 especies de
aves migratorias. El famoso quetzal reside aquí en temporadas. La fauna de
mamíferos de la región incluye marsupiales, ratones almizcleros, primates,
conejos, cerdos de tierra, ardillas, ratas y ratones, puercoespines, cánidos,
mustélidos, serpientes, felinos, cerdos salvajes, ciervos, y tapires.
En este
momento ronda los 700 habitantes, cuando fui la primera vez, apenas si llegaba
a 100. Ahora el número de alojamientos ha crecido de forma exponencial,
entonces solo había uno, el “Monteverde Lodge & Gardens”. Allí me aloje,
mejor, nos alojamos.
Iba con
una amiga y un matrimonio alemán, el representante de cierta firma telefónica, Gunter
se llamaba.
El hostal
era un núcleo circular central en el que, a modo de gajos, se distribuían las
habitaciones y otros dos auxiliares rectangulares. El de la derecha para
comedor y cocina. El de la izquierda para aseos y duchas.
Me levante
temprano. A las seis ya había amanecido. Hacía un calor insoportable. Decían en la radio que se estaba a 28 grados
con cerca de un 90% de humedad. Estaba sudado, pringoso, la camiseta pegada al
cuerpo. Salí. El verde tropical
dañaba la vista. Palmeras, helechos, anacardiáceas y miles de epifitas
tapizaban cuanto la vista abarcaba. Todo monocolor.
Las duchas
construidas en grandes cabañas de madera estaban parcialmente abiertas a la
naturaleza, unas comunitarias, para cinco o seis personas y otras, las menos,
individuales.
Entre en
una de las colectivas, vacía. Una alcachofa enorme, circular dejaba salir un
chorro de líquido abundante, compacto. Entre bajo el y el agua discurrió por mi
cabeza, hombros, espalda. Me
enjabone y disfrute del lugar, del paisaje.
No me di
cuenta ni cuando se abrió la puerta ni cuando entraron.
—Buenos días José Luis—
Me volví y
las vi. Sonia y Hulda, Las dos
desnuditas, las dos enjabonadas bajo el agua.
Una, costarricense;
oscura, como una india, delgada, pechos pequeños y pezones negros. La germana,
grande, de piel blanca, pechos enormes terminados en dos manchas rosadas. La
estampa era hermosa y me recree mirándola.
—Nos vas a comer con los ojos—dijo una
de ellas.
Me hubiese
gustado. Con los ojos, la boca, las manos. Salí llevando en la retina sus dos
cuerpos barnizados por el agua con el fondo verde del trópico.
—Nos vemos desayunando—dije.
El bosque
húmedo es cualquier cosa menos cómodo. De entrada siempre da la impresión de
estar lloviendo. Hay que llevar chubasqueros que más que eliminar el agua te da
calor y te reduce la movilidad. Luego uno debe llevar siempre gorra o sombrero.
Por la cantidad de serpientes arbóreas existentes siempre cabe la posibilidad que
alguna te caiga encima y se albergue entre tu piel y la camisa. Al menos
cubriéndote la cabeza estas salen rechazadas. Lo peor el suelo. Un barrizal
resbaladizo.
Todos nos
caímos. Todos nos ensuciamos de ese barro rojizo y pegajoso que forma el primer
manto de la selva.
Por lo
demás las vistas una maravilla y el avistamiento de cualquier ave, mono o
mamífero, inexistente.
Regresamos.
En la ducha comunitaria se incluyó Gunter. Ahora, más relajados, la ducha
nudista se hizo divertida con bromas incluidas, aproximaciones, tocamientos y
risas. Cosas de la hermandad.
Con los
años el bosque ha ganado en comodidad. Los senderos están tapizados de madera,
hay barandillas y carteles indicando nombres y posibles avistamientos. El hotel
sigue siendo el mismo pero aquella maravillosa ducha comunal, ha desaparecido.
Hoy, cada bungaló posee su servicio sanitario completo. Como en todo el mundo
el agreste bosque húmedo tropical se ha mejorado, adecuado para turistas
gringos, cómodos, ricos y sibaritas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario