«Tenía apalabrados 10 votos, pero alguno de los ministros no hizo lo que
dijo que iba a hacer» ha
dicho a la prensa la derrotada. Está claro que no debió ser culpa del Grupo
Popular, no invitado a las reuniones ministeriales, ni alguien de su propio
partido. ¿Quién sería? Dejémoslo en el aire y que el bueno, santo y casto del
Presidente saque conclusiones.
La cruda realidad es que el caramelito europeísta, la
tabla de salvación económica contra el maligno coronavirus, se ha ido al garete.
Gano, el irlandés Paschal Donohoe, del grupo popular europeo. Nadia Calviño partía como la gran favorita para ser
elegida presidenta del Eurogrupo, sobre todo cuando Francia anunció que se
decantaba por su candidatura, pero aún con el apoyo de los cuatro países más
grandes de la Eurozona (España, Francia, Italia y Alemania), los pequeños han
impuesto a su preferido. Tal vez por ese fallo tan repetido de las matemáticas,
nuestros mandamases no se percataron que el voto de Luxemburgo, por ejemplo,
valía tanto como el de Alemania. Simplemente uno. Ni les pasaron la mano a los países nórdicos,
a quienes todavía escuece que se les llamara una vez en público "países pequeños con poco peso".
Pero
el mayor problema para nuestra candidata fue la gran cantidad de ayudas de la
UE que nuestro país y así lo ha manifestado repetidamente el Presidente
Sánchez, necesitara para la reconstrucción. Esto dificultaría su papel de
árbitro imparcial a ejercer como
presidente del Eurogrupo.
Esta derrota, se quiera o no, revela la desconfianza de Europa hacia el
equipo de gobierno de Sánchez, de nuevo el camarote de los hermanos Marx. Parte
de sus miembros apoyan unas ideas y la otra parte las contrarias. Así se ha
llegado a ser España la única de las grandes potencias europeas en querer subir
los impuestos cuando otras como Alemania, Italia y Reino Unido están aplicando
lo contrario.
Su Gobierno Sr. Sánchez está sustentado, apoyado y dirigido por todos los
partidos independentistas del Estado Español, cuya ilusión y objetivo
prioritario es romperlo. Esto, tampoco es asimilable por Europa que ve, a la
corta, aparecer el mismo cisma en otros muchos países de la Unión.
Sr. Sánchez: “Es muy difícil
repicar las campanas e ir en la procesión”, en algún momento tendrá que
dejar de vivir entre dos aguas y definirse.
Tal como lo está haciendo y los hechos lo constatan, pocos, o muy pocos
Países Comunitarios lo toman en consideración, más bien lo consideran un
problema.
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