sábado, 11 de julio de 2020

Treinta monedas (Mr.7)

No basta con saber, se debe también aplicar. No es suficiente querer, se debe también hacer
 Johann Wolfgang Von Goethe
Cuando a los hombres, de jóvenes, les gustan demasiado las mujeres, al llegar a viejos se convierten en coleccionistas de antigüedades. Los cuadros, los libros y el arte pasa a ocupar el lugar del sexo.
Yo
Aun hoy, en la antigua biblioteca de la University College de Londres (UCL) fundada en 1826 por Sir Jeremy Benetham, se comenta  que Sir Jerome Corneys, arqueólogo y antiguo alumno de la universidad, descubrió, en su última expedición a la Palestina de entonces, un recipiente con parte de las monedas que pagaron a Judas Iscariote por delatar al Mesías, quien viendo lo que había ocasionado se ahorco.
Sir Jerome, fue el cuarto hijo de una familia pudiente de la zona de Cornualles dedicada a la minería. Los dos mayores siguieron la tradición familiar, ingenieros y explotadores de la riqueza de la zona. La menor se casó, se doctoro en arqueología y se dedicó a la búsqueda de tesoros.
Tuvo mala suerte. A su regreso de su última expedición, como buen inglés, dono lo encontrado al National Arquology Museum. Saliendo de la institución, con todos los honores científicos y patrios posibles, fue arroyado por un carruaje y murió en el acto.
Poco después el museo fue devorado por un incendio y las monedas desaparecieron.
En 1989 la casa de subastas Dorotheum, fundada en Viena (Austria) en 1707, saco a puja un lote nominado “las monedas de la biblia”. Eran 29 monedas de plata. Leyendo la información adjunta el pago hecho a Judas Iscariote, menos una que había desaparecido.
Según las actas la adquirio la familia Von Seeckte, controladora del emporio siderúrgico fabricante de aviones y piezas de artillería bélica.
Paul von Seeckt, tercer hijo de la familia, aviador militar perteneciente a la Fuerza Aérea Alemana (Luttwaffe) y gran aficionado a la arqueología fue el depositario de las monedas.
En 1919, pilotando un Albatros DV cayó abatido y desapareció en la frontera Ruso-Alemana.
Se perdió entonces la pista hasta finales del siglo XIX.
En la primavera del 2004, la sala de subastas Bonhams de Londres saco, para su gran venta de verano, el lote de las monedas de plata. Ahora había más información, eran tetradracmas de plata, ya de gran valor en la época, y salían al mercado por el módico precio de 5 millones de libras.
No solo salieron. Fueron adjudicadas telefónicamente a un pujador de Arabia Saudita cuyo nombre se mantendría en secreto.
Las monedas volvieron al su lugar de partida, oriente medio. Todos sus antiguos propietarios murieron trágicamente, ninguno en la cama. Una especie de maldición acompaña a este lote perverso con el que se compró la vida de un inocente. Hay otras muchas leyendas: sarcófagos egipcios, catanas japonesas, calaveras mayas, la tumba del gran espíritu de los indios norteamericanos, los diamantes ensangrentados de África. En todos la avaricia del hombre quiere estar por encima de las creencias del alma o la candidez de los niños y eso, normalmente, les lleva a la muerte

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