miércoles, 1 de julio de 2020

Que idioma estudio Srta. Montero.

En que colegio público estudio, Srta. Montero, aquella asignatura llamada Lengua y literatura la debió aprobar por la cara, o por otra parte del cuerpo. Llamar viboro al macho de la víbora o foco al de la foca debieron ser hitos notables en su bachillerato. El caso es que aprobó y ahí está donde está. De manifestación a virus, de Consejo de Ministros, perdón, ministras, a remendadora de la Real Academia de la Lengua, de inventora de vocablos inexistentes a propietaria de un casoplón en Galapagar, cuna de la sociedad pudiente madrileña.
Por muy Ministra que sea, muy pareja sentimental del alfa macho de Podemos, muy defensora del feminismo y de la propagación de la pandemia que nos aflige, no la veo con poder suficiente para ir por ahí retocando el diccionario de la Real Academia de la Lengua, aun no la han elegido miembro, perdón, miembra.
Los «Fuerzos y Cuerpas»
En su búsqueda desesperada por la igualdad del género masculino y femenino en las palabras y en su cargo de Portavoz de su Grupo Parlamentario tuvo un vergonzoso lapsus al denominar “Fuerzos y Cuerpas” supongo que al referirse a las “Fuerzas y Cuerpos” de la Seguridad del  Estado, esas que le custodian su bonita mansión y que por consejo de su macho alfa a nuestro Presidente, el españolito de a pie, no sabe cuánto le cuestan.
No obstante, Srta. Montero no fue la primera en acuñar estos términos. En 1997, la diputada socialista Carmen Romero pidió el voto en un mitin a los «jóvenes y jóvenas». Veinte años más tarde, la portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid repetiría esta expresión. También es conocido el lapsus «miembros» y «miembras» que reconoció la exministra de Igualdad, Bibiana Aído, hace casi diez años, en la Comisión de Igualdad del Congreso.
Lo cierto es que el entonces ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, saludó a los «miembros y miembras» del Congreso en el primer Pleno de 2012, así como la ex portavoz del Grupo Socialista en el Congreso, Soraya Rodríguez también mencionó a las «miembras» en una rueda de prensa. No quiso ser menos en 2015 el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, que se dirigió a la bancadas del Congreso como «miembros y miembras», provocando la reacción al unísono de los escaños populares. No obstante, defendía que había sido en un tono de broma.
Sin embargo, tras la intervención de Sánchez, el director de la Real Academia Española (RAE), Darío Villanueva, decía que «el lenguaje es un ecosistema y si lo alteramos repercute en todo el equilibrio general». Según criticaba con gracia, «si se llama miembros a los hombres y miembras a las mujeres, habrá que empezar a llamar miembros a los brazos y miembras a las piernas».
Seguro que usted, Srta. Montero, en esa obcecación suya  que tanto la adorna y la hace valer mucho más, seguirá maltratando el lenguaje, yendo contra la R.A.E, que aún no la ha incluido en sus sillones, inculcando a la juventud actual, la ventaja de desconocer el masculino y el femenino, la “B” y la “V” o la utilización de la “H”. Con esas peculiares ideas,  ¿Cómo convencerá, entonces, su compañera de mesa Sra. Celaá,  a los profesores de primaria y secundaria para que enseñen un correcto castellano a sus alumnos?

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