viernes, 24 de julio de 2020

Mascarillas al poder

Se debe reconocer que, con lo de la pandemia, han surgido, dentro del vestuario cotidiano, variaciones dignas de estudio. Una de ellas el uso, ahora obligatorio en casi toda España, de las mascarillas de protección bucal.

En Febrero la OMS dijo que no eran necesarias, en Marzo el Dr. Fernando Simón, apostillo que tampoco lo eran. En Abril se cambió el criterio y se dijo que si lo eran. Entonces hubo escasez, subieron los precios y las diferentes Comunidades Autonómicas entraron en una guerra de compras y regalo de las mismas entre sus ciudadanos.

En Mayo, el Gobierno decretó su utilización obligatoria y generalizada. En Julio han pasado a ser una prenda de elegancia y prestigio.

No hay que ver más a nuestro muy amado Presidente del Gobierno. Pasa unos días en Bruselas arreglando los problemas económicos de la Comunidad Europea y al regresar se presenta en el Congreso, no con una azulada mascarilla sanitaria como antaño, sino con otra blanca, impoluta y con la bandera de España. Yo pienso que por estar algo picado con los Diputados de Vox que lucen mascarilla oscura, pero también con la bandera de España. A ver si a los de Podemos se les ve con unos tapacaras similares, morados y con la bandera nacional en el extremo.

Mi suegra, que es una persona de solidos principios, respetuosa con la ley y la autoridad, acato lo dicho por el Gobierno. Mi santa esposa, su hija, forjada en su cuño, también. Tras mucho despotricar por los precios, todos, en casa, compramos mascarillas sanitarias de alta gama.

Con el tiempo empezaron los problemas. El uso abusivo de las mismas, produjo, a una de ellas una alergia cutánea y a la otra una infección bucal (a nuestra vecina de planta, pequeñas llagas faciales y a la del primero derecha desmayos, al tener problemas respiratorios e impedirle oxigenarse correctamente).

Ahora que la mascarilla había pasado de objeto sanitario a adorno, mi santa esposa tiene ya un montón, no tantas como bragas, pero si muchas. La de Asturias, pocas sanitarias, dos o tres de diseño que cuestan un montón, algunas de propaganda, de la panadería,

el bar, la peluquería  y el supermercado. Ha tenido que habilitar un estante en el armario para este nuevo tipo de vestuario.

Tan felices que estábamos cuando no sé qué epidemióloga de una muy afamada universidad nos cuenta por televisión que las tan traídas y llevadas mascarillas, son un foco de virus e infecciones (que se lo digan a mi suegra), que hay que desecharlas tras su uso o cuidarlas y lavarlas más que la ropa interior femenina. Aconseja a los servicios de limpieza de las diferentes ciudades ampliar la recogida de basuras con un nuevo contenedor, de color rosa pálido, por ejemplo, para el almacenaje de este tipo de residuos.

Como nos está cambiando esta maligna pandemia y cuanto han evolucionado nuestros políticos, cada vez mienten más y mejor. Emulando a Manolito, el amigo de Mafalda, cuando el Dr. Simón le pregunta:” A ver Manolito, “que no ha entendido de mi explicación”. Este le responde “Sr. Simón, yo, desde Marzo hasta ahora, nada”

Pues yo, como él, tampoco he entendido nada, sobre el uso y el abuso de las “Mascarillas”.

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