Entre lo que nos cuenta la OCDE y nuestro
Banco de España, de cómo trata el Gobierno al turismo patrio y cómo lo tratan
nuestros países competidores, hay un abismo.
Si a esto se le suma el andar por libre de
las diferentes autonomías, todas detrás del dinero que viene con él, da la
impresión que vamos hacia un caos monumental.
Al vivir en el Norte, gozar o sufrir de un
tiempo frio y desapacible, no vemos la repercusión de la llegada masiva de
turistas, por esta razón casi nunca han decantado brutalmente nuestra economía.
Allí donde esto no sucede, si.
En
Asturias hoy llueve y hace frio. Lo mismo que en casi todo el Norte. El Oviedo
jugo ayer bajo un aguacero y la gente, como dice el chistoso del pueblo, espera que llegue el día en el que empiece y
termine la estación veraniega (el año pasado cayo en miércoles). Bromas aparte
da la impresión que nuestro verano será localista, de Navia a Llanes, o como
mucho de Galicia a Cantabria.
Pero
en el Mediterráneo, en las islas, en el Sur, ¿Qué pasará si el turismo no llega?
Sera la debacle, crecerá el paro y bajara el dinero.
No
sé, por eso no soy el Gobierno, si este tiene más miedo a ello o a un rebrote
de la pandemia, pero el caso es que lo tiene. Si el día en el que los once mil
alemanes lleguen a las Baleares hay un aumento de contagios, los responsables, al margen de echarse la
culpa unos a otros: Autonomías versus Gobierno, lo primero que harán será
cerrar el País por todas sus fronteras, diga lo que diga la Comunidad Europea y
el colapso económico será peor.
Grave
dilema Gobierno, seguro en ni en sus peores sueños, en aquellas noches de
insomnio que profetizaba el Sr. Sánchez si gobernaba con Podemos, lo habría imaginado. Entonces y ahora, solo
deseaba el poder, los problemas no, el figurar, ser el mejor, hoy se encuentra
ante la tesitura, no de ser el peor, sino de ser aquel Presidente que destrozo
España.
Buena
cosecha y buen currículo para la historia.
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